De niño siempre dibujaba batallas en las que los indios ganaban al séptimo de caballería. Pese a las muchas películas del oeste que veíamos durante nuestra infancia en las que, por supuesto, siempre ganaban los mismos, yo me esforzaba en no prejuzgar la hostilidad de los apaches. Me temo que esta actitud me ha acompañado, de forma irremediable, hasta hoy. Y me alegro por ello.
En estos días, me gusta recordar una centenaria fábula oriental en la que un viejo -y muy sabio- tras cada supuesta desgracia o presunta fortuna que la vida le traía, cuando sus vecinos, ante una u otra, le decían: “qué pena” o “qué alegría” -según los casos- el hombre siempre replicaba con poderosa serenidad: “ya se verá”.
¿Qué tienen que ver los apaches con el viejo de la fábula oriental? A mi parecer, mucho. Desde niños nuestra mente ha sido muy bien entrenada para hacer juicios constantemente sobre todo lo que nos sale al paso. Juzgamos sobre cualquier cosa. Fragmentamos el mundo en buenos y malos, en lo que es bueno y lo que es malo, lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo. Sin embargo, la experiencia nos indica que el universo es una unidad, es radicalmente indivisible, y que todas sus partes se encuentran íntimamente relacionadas entre sí.
Cada día aprendo a observar la realidad intentando no juzgarla a cada instante, pues como en la fábula oriental, la experiencia me ha enseñado que una desgracia puede convertirse en algo bueno y que un hecho que creemos feliz puede devenir en una circunstancia lamentable en el medio plazo. Y, por supuesto, los apaches -y hasta los sioux- pueden ser buenos, e incluso simpáticos. Por eso, ante todo lo que sucede en esta vida lo que me digo es: “ya se verá”.
GRACIAS SR. FARRÉ POR SUS REFLEXIONES... VAN DIRECTAMENTE A PROVOCAR ERUPCIONES EN MUCHAS CONCIENCIAS....
ROGER ALBALA GALLEGO....
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